sábado, 15 de agosto de 2009

Triathlon EDF Alpe d'Huez

Ni pulsómetro, ni cadenciómetro, ni siquiera velocímetro. Nada de presiones.

Dadas las circunstancias en las que llegaba a la Triathlon EDF de Alpe d’Huez, recién recuperado de una lesión, aunque aun con algunas molestias, solo cuatro días después del Triatló de la Vila y teniendo en cuenta la naturaleza de la prueba estaba determinado a correrla “a gusto” para poder disfrutarla al máximo.

El día 29, después de recoger las bolsas con los dorsales y asistir como público a la prueba de larga distancia ( 2-120-21 Km) en varias partes del recorrido, recargamos a base de carbohidratos y alguna que otra grasa, que no venía a cuento pero era ineludible teniendo en cuenta que nos encontrábamos en la tierra dónde se inventó el crêpe.
No mucho después de las 9 de la noche ya estábamos preparando el material para el día siguiente.

La prueba daría inicio a las 14:00 h, pero no había que dormirse durante la mañana, ya que había que preparar los dos boxes: el de Alpe d’Huez primero, con todo el material para la carrera a pie, para después bajar hasta el Lac du Verney en bicicleta, por un recorrido especialmente marcado, con un 95% de descenso y solo un 5% de subida (aunque con alguna rampa que ya pareció demasiado para lo que se considera un calentamiento estándar) a preparar el box para la T1.

No hubo nervios en ningún momento, dado el planteamiento de inicio, y llegamos con suficiente tiempo a todo, sin prisas (aunque sin pausas tampoco).

A las 13:30 dieron las explicaciones pertinentes y abrieron la valla de acceso al lago, en el cual estaba terminantemente prohibido nadar fuera de las horas en que se llevara a cabo la competición, a causa de la actividad de la central hidroeléctrica de la EDF, que detenía sus turbinas de forma excepcional para que se celebrara el evento.

A las 14:00 en punto se dio la salida y yo aun me encontraba con Montse a unos 50m de la linea de banderillas. Empecé a nadar sin prisa y sin golpes. Me encontraba entre atletas poco nadadores, con lo que fue fácil ir haciéndome hueco y avanzando posiciones rápidamente. Había determinado no nadar ni un metro extra, con lo que tenía muy controlada la referencia, y al girar la boya, ahora si entre golpes, nadaba braza hasta tener bien controlada la próxima. Nadé a gusto, cosa que había perdido la esperanza de volver a conseguir teniendo en cuenta mis sensaciones en las últimas competiciones.
Al salir del agua anduve la rampa (de alrededor de un 30% de desnivel) hasta la zona de boxes, me pelee con el neopreno y salí entre una marabunta de ciclistas. Mi parcial de natación: 21:45.


Poco a poco el gran pelotón fue deshaciéndose. Las reglas estaban claras, NO DRAFTING, y todo el mundo parecía querer respetarlas.
Recorrí los 17Km hasta el pié del puerto a buen ritmo, pero guardando piernas para las 21 herraduras y algunas curvas más que quedaban por delante.
Desde el inicio hasta el final de los 13Km de ascensión el ambiente fue impresionante. El trazado estaba abierto al público, con lo que no paraban de adelantar coches repletos de familiares y amigos sacando sus cuerpos por las ventanillas y techos solares gritando y haciendo resonar carracas. También animaban desde las cunetas: ALE, ALE!! ALE, ALE!! los franceses, AAUUUPA! los vascos, así como algunos otros incomprensibles de gente de tantas otras partes del globo. “ALE Albert! España! Españaaaa!” pude escuchar en alguna ocasión.

Como quedaban fuerzas, y el público realmente nos espoleaba al máximo apreté en los últimos tres kilómetros antes de la T2. Mi parcial de ciclismo: 1:38:37 a una velocidad media de 18,1 Km/h.

En el sector de carrera a pié salí a buen ritmo, pero rápidamente tuve que aflojar. No era flato, como de costumbre. Esta vez se trataba de un pinchazo agudo en la parte baja del abdomen. Me vi obligado a parar y andar durante unos doscientos metros, antes de poder volver a trotar. Poco a poco pude ir incrementando el ritmo, siempre con el permiso de las rampas, que en algún caso se alargaban durante medio kilómetro.
Gracias a éstas también, los dos kilómetros antes de los dos últimos bajaban de lo lindo y me permitieron marcar un ritmo frenético, (creo que nunca me había sentido tan rápido a pie) corriendo en un parcial de 39:30 y completando la prueba en un tiempo oficial de 2:43:22.




Al cabo de un rato, una vez repuesto e hidratado, deshice el recorrido de ciclismo con la esperanza de ver aparecer a Montse para darle ánimos. ¡Y lo hizo mucho antes de lo esperado! “Ja està fet això ! Molt bé Montse !”. Impresionante.
Corrí hasta el box para volver a darle aliento y enseñarle la camiseta de finisher que le esperaba en meta. “Ja és teva! Ja ho tens!” Llegó entera y en un muy meritorio tiempo de 4:03:25 ¡Bravo!


Estoy realmente contento de haberme decidido por este triatlón y de haber formado parte de un gran evento que sin duda volveré a repetir en próximas ediciones. Porque es especial. Un triatlón que se celebra en una de las mecas del ciclismo, en un entorno de ensueño. Porque el ambiente que se vive es casi mágico y porque la organización es una de esas de las grandes citas, en las que no falta de nada y no existe ningún “pero”.